Uno siempre se siente más a salvo con lo que le es familiar. Y la iglesia era justamente eso para Macaro, familiar, y estaba presente dentro de sus primeros recuerdos. La iglesia era tan parte de su infancia como lo eran las cenas familiares y los juegos de fantasías.
Macaro se casó al inicio de sus veintes, su matrimonio empezó fuerte, forjaron una vida juntos, iniciaron un nuevo negocio y tuvieron dos hijos. Pero fue cuando los hijos entraron en la figura que empezaron a salir las diferencias, pues Macaro venía de un contexto evangélico, y su esposo venía de un contexto católico.
Tuvieron varios intentos de encontrar una base en común, pero con el tiempo eso se hacía cada vez más difícil, y la comunicación se redujo al punto que se guardaban la mayor parte de las cosas para sí mismos.
Y entonces paso...un momento que quedó grabado en la memoria de Macaro, el día que descubrió que su esposo se encontraba en otra relación sentimental con otra mujer, y lamentablemente, esa mujer era una de sus amigas cercanas.
Determinada a recoger los pedazos rotos, Macaro se lanzó a salvar su matrimonio, pues había aprendido mucho al crecer en la iglesia. Y a pesar de todos sus esfuerzos, su esposo permaneció distante.
Finalmente, Macaro y su esposo se encontraron un sábado para un café, Macaro tenía una pregunta en su cabeza que no la dejaba tranquila, y probablemente era la pregunta más difícil que iba pronunciar en voz alta, hasta que finalmente encontró el valor para decirlo...
“estás enamorado de ella?”
Y mientras esperaba una respuesta, dentro de ella solo quería escaparse. Su esposo permaneció en silencio, y en su silencio Macaro supo que su feliz matrimonio y hogar cristiano habían llegado a un fin, se encontraba avergonzada y con el corazón roto.
Macaro corrió a la iglesia, donde encontró refugio en los pasillos y las diferentes actividades de la iglesia, pero no encontraba consuelo ni un amor que reemplace el fracaso de su matrimonio.
No mucho tiempo después, Macaro conoció a otro hombre, y a pesar de las advertencias de la iglesia, no tardo en poner fecha a su nuevo matrimonio, y así como esa relación inicio fugazmente, fugazmente terminó. Definitivamente, esta no era la vida que Macaro imaginó, sentía que estaba viviendo la vida de alguien más.
Una vez más volvió a lo que conocía, a la iglesia Puembo y fue cuando finalmente Macaro encontró esa misericordia y gracia infinita de nuestro Señor, y por primera vez en su vida descubrió esa relación personal, vivificante, y real con Jesús. Ese Jesús de las rimas e historias bíblicas de su niñez tomaron su vida, ese Dios fiel, presente, amoroso, y cuidadoso era real.
Hoy, con 33 años de edad, Macaro no solo conoce de Jesús, pero tiene una relación con Él, la iglesia Puembo se volvió su familia, y la encuentras en las diferentes actividades. Ella se encuentra en el segundo año de la Academia Bíblica, y a pesar de tener dos matrimonios fracasados, ahora tiene a Jesús, quien es real, cercano, y está íntimamente involucrado en todos los aspectos de su vida, y gracias a Él, ella puede ver las cosas de diferente manera.
Que Jesús te sea familiar no es lo mismo que caminar con Él. Y estar en la iglesia todo el tiempo o crecer en ella no es lo mismo que ser la iglesia.